La noche es una ocasión privilegiada para la lectura, antesala del sueño, momento de recogimiento y un ámbito de encuentro familiar; al leerle a nuestros hijos antes de dormir se está desarrollando un vínculo afectivo, una experiencia estética y un espacio de comunicación. La voz narrativa del adulto imprime las emociones, marca las pausas explicativas y la cadencia del cuento. El niño sigue las imágenes, memoriza situaciones y predice los acontecimientos.