Cuando tenemos en las manos un libro de Mitsumasa Anno siempre quedamos sorprendidos. Bien sea por la asentada sabiduría que plasma con sus acuarelas, por la forma como su plumilla nos muestra rasgos desconocidos de nosotros mismos, por la sencillez con que traduce la abstracción matemática en una narración ilustrada o por su agudo talante lúdico que nos invita a estirar nuestra imaginación.