Hay un sentido rítmico y emotivo que subyace a la significación positiva que tienen las palabras. Esta materia afectiva a la cual nos referimos es común tanto a cierto tipo de literatura oral como al vínculo sensible que establece el bebé con el lenguaje. Las nanas, los corros, las retahílas, las adivinanzas o los trabalenguas están impregnados de este bagaje musical y sentimental. Sin embargo, parece que su fijación escrita rompe con esa energía vital que caracteriza su transmisión espontánea. Aun así, algunos poetas de destacada sensibilidad se han encaminado por este angosto sendero.