Marzo de 1809. La Europa napoleónica vive sumida en un período convulso que provocará notables cambios en sus fronteras. Finlandia, hasta ese momento bajo dominio sueco, es anexionada a Rusia como Gran Ducado, pasando a depender de los zares rusos. El joven zar Alejandro I, un emperador joven, emocional e impresionable, que ha accedido al trono tras el asesinato de su padre, viaja a Finlandia para firmar en la Dieta la autonomía del país.