Aunque por tradición familiar Arthur Conan Doyle estaba destinado a las bellas artes, eligió la carrera de medicina, que ejercería durante casi quince años en hospitales, barcos balleneros y consultas privadas. En 1894, quiso rendir homenaje a su antigua vocación y publicó una colección de relatos, algunos reales, otros ficticios, en torno al ejercicio de la medicina.