Este texto responde a las conclusiones del XI Sínodo de Obispos, celebrado en Roma para concluir el Año de la Eucaristía, en octubre de 2005. El objetivo de este texto del Santo Padre es suscitar en la Iglesia un nuevo impulso y fervor por la Eucaristía. Y en concreto, que el pueblo cristiano profundice en la relación entre el Misterio eucarístico, la Liturgia y la Eucaristía como sacramento del amor.