En París, en el año 1750, un grupo de jóvenes inquietos se propuso el simple objetivo de preparar la modesta traducción de un diccionario inglés, lo que según esperaban les serviría para pagar el alquiler y costearse la vida durante unos años. Sin embargo, el proyecto fue creciendo hasta convertirse en la mayor empresa de la industria editorial de aquellos tiempos: era una tarea considerada tan peligrosa como subversiva que llegó a ser prohibida por el mismísimo Papa, y cuyos autores fueron amenazados con la prisión e incluso con la muerte.