Isabel de Zubiría ha vivido siempre atrapada en una cárcel de desafecto, observando la vida tras la celosía de su joven aunque gastado corazón. Pierre, su marido, no supo estar a su lado y la hija de ambos, la pequeña Beatriz, habrá de ser capaz de encontrar por sí misma los senderos del corazón. El desamor, la conciencia de tener que valerse por sí misma, los fantasmas del pasado y la cansina erosión que causa el simple paso del tiempo son los anclajes de su amargura.