Olor a felicidad. Olor a tristeza. Olor a miedo. Olor a vida. Los padres de Emi se han ido de viaje y ella se queda unos días con sus abuelos Ava y Héctor y su perro Lilo. El animal enseguida advierte que esa niña, antes cariñosa y juguetona, es ahora una adolescente testaruda, enganchada al teléfono móvil, que se encierra a menudo a llorar en su cuarto. Lilo, que tiene una capacidad especial para percibir la tristeza y el miedo, intentará averiguar, con la ayuda de Olivertwist, un astuto perro callejero, quién le está haciendo la vida imposible.