Muchos jóvenes están sufriendo el robo del siglo, el robo de su propio futuro, ya que el efecto de las drogas y el alcohol en su cerebro, aún por madurar, está robándoles sus capacidades intelectuales.
El consumo de alcohol y la violencia han aumentado entre los adolescentes de manera alarmante. Observada con detenimiento, la juventud parece un barco a la deriva. Si queremos ayudarle a que llegue a buen puerto deberemos comprender sus problemas. Cualquier medida legal o campaña oficial podría tener efectos contraproducentes si no parte de una profunda reflexión en la que se contemple la juventud como un espejo en el que se refleja la sociedad adulta y sus miserias.