La vida de un fiscal egipcio en su modesto destino rural, discurre con la monotonía burocrática de los pequeños delitos cotidianos -hurtos, disputas vecinales, etc...-. Una noche, sin embargo, es despertado precipitadamente con la noticia de un asesinato. La traducción del brillante arabista Emilio García Gómez, Premio Príncipe de Asturias 1992, no hace sino iluminar este divertido relato que refleja con ironía y sensibilidad la realidad de la población egipcia de las aldeas en aquellos años