Publicado en 1967, este libro denuncia los excesos en los que estaban incurriendo, después del Concilio Vaticano II, los llamados católicos progresistas.
De su lectura se desprende que el error de intelectuales y teólogos provenía de utilizar filosofías incompatibles con la fe, especialmente el idealismo alemán e incluso filosofías materialistas; una concepción antropocéntrica de la filosofía, de la moral y del mundo.
El título es expresivo del mensaje que quiere trasmitir el autor.