Casas de adobe, calles de tierra. Daraiya es un laberinto fortificado en el que poco ha variado desde la Edad Media. Sólo el silencio revela que el otro bullicioso oasis hace tiempo que ha cedido su condición de capital saudí a la vecina Riad. Pero en el recinto amurallado de esta ciudad fantasma se hallan los palacios de los ancestros de los AlSaud, la familia que gobierna Arabia Saudí desde que el rey Abdelaziz, el León del Nachd, unificó sus territorios en 1932.