Poeta místico encerrado en la sempiterna contemplación de las armonías invisibles y su criptografía, despiadado polemista ( entre la delicadeza y la furia), antimoderno ( en el sentido que de la Antoine Compagnon) y profundamente antiburgés. León Bloy empezó a escribir es 1900 esta exégesis de los lugares comunes, que continuo en 1913 con una segunda entrega. Su objetivo final era retratar a los imbéciles, lamentables y definitivamente idiotas de este siglo.