En la Edad Media, cuando la magia aún se practicaba en Inglaterra, vivió el Rey Cuervo, el más grande de todos los magos. Tiempo después, a principios del siglo XIX, la magia ha sido completamente olvidada y la leyenda del rey mago del Norte apenas la conocen unos pocos caballeros dedicados al coleccionismo y el estudio de los antiguos libros de hechizos. Hasta el día en que el esquivo señor Norrell, de Hurtfew Abbey, hace que las piedras de la catedral de Cork hablen.