Entre nosotros, la cultura se ha convertido de alguna manera, en una preocupación y un negocio. Eso nos obliga a mantener frente a la cultura una actitud reticente y reservona, porque no nos fiamos de lo que se nos cuenta.
Sin embargo la cultura es algo más amplio y más rico que lo que nos cuentan los medios de comunicación y lo que oímos en nuestro entorno.
El esfuerzo por mantener un criterio personal que no sea cerril ni obcecado, sin miedos, es un precio que gustosamente se puede pagar por vivir de acuerdo con lo que honradamente sabemos, creemos y esperamos.