Ante la mirada absorta de su hijo, una pareja embriagada de amor baila al son de Mr. Bojangles, de Nina Simone. La escena, mágica, vertiginosa, sólo es un recuerdo más de los muchos que brotan de la memoria del protagonista de la historia, que rememora una infancia marcada por la excentricidad de unos padres adscritos a un estilo de vida ajeno a toda convención social.