«Nací cuando mis padres ya no se querían», recuerda Adriana, mucho después de que todo haya sucedido. Por ello, la niña se crea un paraíso propio, poblado por amigos imaginarios y una familia de su elección.Esta felicidad a medida se ve perturbada cuando Adriana debe iniciar el periplo escolar y entrar definitiv amente en el mundo de los adultos, un entorno que le resulta ajeno cuando no hostil.