Pocos líderes militares han gozado de tan merecido prestigio y reconocimiento entre sus enemigos como el mariscal alemán Erwin Rommel. Nadie como él ha representado la figura del militar profesional, dotado de un innato y ágil sentido práctico que demostró en muchas de sus brillantes decisiones sobre el campo de batalla. Rommel puede resistir perfectamente el juicio de Napoleón, cuando afirmó que «el mejor general será aquél que durante la guerra cometa menos errores».