El protagonista de esta novela entra por error en un mundo cerrado y kafkiano, el de la Academia Universal, dedicado exclusivamente a la creación de relatos—dominado por magistrados que critican, admiten, desestiman—, y queda encargado de registrarlos con su máquina de estenotipia. Cada capítulo es una especulación sobre el arte de narrar, un despliegue de ficciones que crea, más allá del vértigo literario que irradia el texto, una trama en la que recoger la multiplicidad de significados que suscita.