El evangelista Juan es representado tradicionalmente con el símbolo del águila «porque dirige su mirada hacia la esencia misma de la divinidad» (San Gregorio Magno). Si los evangelios son «el corazón de todas las Escrituras» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 125), el de Juan es como la cumbre de los cuatro, a la que se asciende tras la lectura de los sinópticos y desde la que se contempla y comprende en profundidad los otros evangelios y escritos neotestamentarios.