La rivalidad que mantuvo durante casi todo el siglo XVI la Monarquía hispánica con el Imperio turco y sus aliados, los estados berberiscos, imposibilitaron las operaciones de rescate de prisioneros cristianos en el norte de África. Sin embargo, en el siglo XVII, a medida que las ciudades norteafricanas incrementaban sus cifras de población cautiva por el relanzamiento del corso y la piratería y, sobre todo, conforme la guerra iba siendo sustituida por puntuales negociaciones de paz, fraguaron no sin dificultades algunas iniciativas para rescatar cautivos.