El señor Sommer anda en silencio, deprisa, como si lo persiguieran, con su mochila vacía y un largo y extraño bastón, de pueblo en pueblo, rondando por la campiña y por los sueños y pesadillas de un niño... El misterioso señor Sommer no desaparece hasta que el niño ya ha dejado de trepar a los árboles.