A partir del año 1492, en el continente americano se produce la fusión de elementos nativos y otros foráneos, procedentes de la Europa bajomedieval y renacentista, que van a ir configurando a lo largo de cerca de tres siglos la identidad de lo que hoy son las naciones americanas. En esa fusión que origina un continente mestizo, le cabe un papel protagonista a la Iglesia Católica. La evangelización de la América Española deja una profunda huella en el Nuevo Mundo. Y esa huella no es solo fruto del trabajo de unos miles de misioneros, sino que es consecuencia de la acción total de España.