Marianne Forrester, esposa de un pionero del ferrocarril,
anfitriona de la única casa elegante de la triste población de Sweet
Water, siempre alegre en la riqueza y siempre resistente en la penuria,
pasa de ser una gran señora a una mujer señalada por todas las
habladurías. Un joven que la adora acaba despreciándola, y sobre su
relación construye la autora un espléndido ejercicio sobre los
entresijos de toda idealización.