Este relato largo –incluido en el volumen Desciende, Moisés- fue publicado en 1942 y figura entre los cuentos más característicos del Nobel norteamericano. El protagonista, que de los diez a los dieciséis años se introduce en el mundo de los cazadores de los grandes bosques, se ve envuelto en la obsesión por un viejo oso que año tras año se deja ver y al que nunca consigue nadie abatir. Pronto aprende Isaac McCaslin a distinguir sus huellas y comprende la importancia de esa leyenda viva que se mueve indómita en el espacio de cien millas cuadradas.