En el año 72 d. de C., el general romano Lucio Flavio Silva; hacia el último reducto de resistencia del pueblo judío: la inexpugnable Masada. Las legiones de Tito ya habían arrasado Jerusalén y habían destruido su Templo. Pero aquella fortaleza en el desierto de Judea se convertiría en una cuestión de honor para el Imperio romano.