España fue pronto escenario de la evangelización de su población y de la implantación de unas estructuras eclesiásticas que han durado hasta nuestros días, gracias, en buena parte, a que recibieron impulso decisivo a partir de la reforma gregoriana de finales del siglo XI. Dentro del espacio hispánico, la historia de la Iglesia del reino de Castilla, esto es, de los crecientes territorios que, desde el viejo reino astur y pasando por el leonés, llegaron a ocupar en 1492 una buena parte de la Península Ibérica, ofrece un esquema que comparte con otros reinos europeos.