La literatura cristiana tiene por principal objetivo comunicar la fe. Es por ello que se ve muy influida por la Biblia, la liturgia de la Iglesia, y la vida de la comunidad. Ello conlleva aportaciones lingüísticas en campos como la lexicología o la semántica. También se nos recuerda que “las formas y géneros literarios son adaptados a las exigencias de la nueva fe: como siempre, la forma no es un revestimiento exterior del contenido, sino el modo en que éste se expresa”.