A mediados del siglo XIII los cruzados difundieron por Europa una extraña historia que más tarde iba a confirmar Marco Polo: la de una misteriosa secta de guerreros, conocidos como los Hashishiyyun o "consumidores de hachís", que vivían en las montañas de Siria, practicaban el asesinato indiscriminado como una forma de terrorismo y tenían como guía y soberano al "Viejo de la Montaña".