Hay que atreverse a ser feliz. Y no todo el mundo lo hace. En estas páginas van algunas ideas, a menudo puestas en sordina para despertar el único ideal que vale la pena en el amor: amar para siempre y pase lo que pase. Pero un amor así está reservado a los espíritus libres, soberanos, capaces de entregarse uno y otro día, de levantarse después de cada tropiezo, haciendo vida de su libertad, y vida compartida.