Siglo IX. A Saint-Jean-Pied de-Port, en el Pirineo francés, llega la noticia de que en el fin del mundo ha sido hallado un sepulcro que guarda el cuerpo del apóstol Santiago. Jacobus de Arlaiz, caballero vasco-francés, gran devoto del apóstol, decide rendirle homenaje postrándose a los pies de su tumba. Así inicia la primera peregrinación de lo que con los siglos será conocido como el camino francés de Santiago.