El director de Le Monde Diplomatique aborda con pasión y geopolítica las claves del fracaso occidental en Irak.
No había que ser ningún genio para prever que la invasión de Irak iba a ser más complicada de lo que la prensa norteamericana suponía. Irak no es Afganistán y aún menos Granada; su situación central en Oriente medio o su composición étnica y religiosa, con kurdos, chiítas y sunitas amalgamados en precario equilibrio, son algunos de los elementos que hacían previsible una posguerra compleja.