La Iglesia y la democracia se sitúan en niveles distintos de la realidad, pero afectan de diverso modo a la sociedad y a buena parte de los ciudadanos, en concreto, a los cristianos. Los miembros de la Iglesia, son al mismo tiempo miembros de la sociedad civil y ciudadanos, pero en cambio no todos los ciudadanos pertenecen a la Iglesia.