"Creería en los milagros tan sólo si me demostraran que una pierna cortada ha crecido de nuevo. Pero esto no ha sucedido ni sucederá jamás".
Sin embargo, esta afirmación no es cierta. Al menos una vez, el "milagro de los milagros" se ha cumplido. Y está atestiguado sin la menor sombra de duda por una inmediata acta notarial y posterior proceso con decenas de testigos oculares. Sucedió en Calanda, entre las diez y las once de la noche del 29 de marzo de 1640.