Un escritor ya consagrado evoca los dos años que pasó en París, a mediados de la década de 1970, como joven aprendiz de novelista. Las memorias de época, que reflejan con visión amablemente crítica el mundillo de los escritores franceses y extranjeros residentes entonces en París, se combinan con observaciones, humorísticas en muchos casos, sobre el modo de escribir de éstos. La novela, muy bien escrita, con técnica firme y estilo ágil, es original e interesante.