No siempre es posible mantener la vida de quienes se encuentran gravemente enfermos: la vida es una guerra perdida contra la muerte. Lo verdaderamente interesante, y lo más complicado, es preservar la calidad de vida de las personas hasta el momento de la muerte. Por eso, algunas de ellas se plantean, junto con sus familiares y los profesionales que las atienden, limitar las medidas de soporte vital y de ese modo dejar paso a la muerte.