Poco podían imaginar los Hermanos Marx, en aquellos tiempos en que los programas de radio en los Estados Unidos no habían todavía alcanzado su apogeo y, por lo tanto, no eran grabados en cintas, que alguien se había tomado la molestia de transcribir estos sketches radiofónicos. Todo el mundo entonces los dio por perdidos y cayeron naturalmente en el olvido.