A menudo se piensa, con un toque de pesimismo, que "los únicos paraísos son los perdidos". Parece como si los hombres tuvieran que vivir en el pasado, con la mirada hacia atrás, en una inevitable sensación de que siempre andamos perdiendo lo mejor de nosotros mismos, de que quizá es verdad que no sabemos más que caminar hacia la muerte.