Las relaciones entre el Gobierno de España y la Santa Sede constituyeron, de 1965 a 1975, la causa de los probleams con mayor incidencia en la política y cultura de la sociedad española. Antonio Garrigues embajador ante la Santa Sede, se propuso transmtir a su gobierno el pensameinto de Pablo VI sobre las relaciones fe religiosa-sociedad, según el Vaticano II.