Desde el final de la guerra fría, se extiende por todo el planeta una nueva revolución cultural de corte laicista. Gobiernos y ciudadanos secundan sin rechistar su pautada hoja de ruta, y contribuyen activamente a su propagación. ¿Quién va a oponerse a los derechos de la mujer o del niño en el planeta?
Pero bajo esos derechos se esconde una nueva ética, fruto de las revoluciones feminista, sexual y cultural del siglo XX, que se filtra en los organismos internacionales y exige a gobiernos e instituciones una sumisión propia de marionetas.