Vigata, 1890. Salvatore Barbabianca es uno de los principales productores de azufre gracias a las malas artes que ha empleado en su negocio, esto es: robando y estafando. Su mortal enemigo, Ciccio Lo Cascio, no le va a la zaga, y los dos se enfrascan en una pelea desquiciada por ver cómo atender el pedido de un barco ruso para cargarlo con el dichoso mineral. La espera del barco y su fatal llegada al puerto involucran al pueblo entero, capaz de confundir al final la peor de las tragedias con un acto de intercesión divina.