La paz en el alma se consigue cuando uno se acerca más a Dios, cuando intenta vivir una vida de cristiano coherente. Pero la paz es un bien demasiado preciado en la vida moderna, que altera y crispa constantemente los ánimos. En nuestra sociedad actual, hay muchas cosas que conspiran contra la tranquilidad que busca el alma: el materialismo, el hedonismo, el facilismo. El remedio es sencillo: orar más y dejar actuar a Dios más a menudo en nuestras vidas.