Inglaterra, 1935. El señor Dearborn, de Winterton, fallece en su casa pocos días después de sufrir un accidente de tráfico en los páramos de Dartmoor. Tanto el juez como un forense dictaminan que la causa de la muerte ha sido la conmoción cerebral sufrida durante el propio accidente. No obstante, una serie de cartas anónimas enviadas a las oficinas de Scotland Yard advierten del posible error que se está cometiendo y piden que se posponga el entierro y se realice una investigación más profunda sobre el asunto.