Walter Ciszek, jesuita norteamericano, entró en Rusia junto con 25 personas en el vagón 89725, procedente de la ciudad polaca de Albertyn que había sido tomada por el Ejército Rojo. Su objetivo, difundir la palabra de Dios en Rusia. Pero al poco tiempo de establecerse en la ciudad maderera de Teplaya Gora fue descubierto y detenido por la policía secreta. Acusado de espionaje fue trasladado a la temida prisión moscovita de Lubianka, donde permaneció durante los años de la Segunda Guerra Mundial para ser condenado posteriormente a 15 años de trabajos forzados en un Gulag de Siberia.