Enero de 2024, 16:30
Hotel Aitana
Madrid
La obra reúne una serie de recuerdos de la época en que la autora vivió en las colonias británicas de África, en lo que ahora es Kenya. Estos relatos evocan un mundo apacible, muy distinto del actual. Con frases escuetas y expresivas, se describen de modo realista, unas veces irónico y otras afectivo, paisajes, costumbres, tipos humanos, pequeñas anécdotas..., formando un entramado cordial, interesante y, sobre todo, muy bien contado
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Una de las obras para releer
Una de las obras para releer varias veces y entender las culturas africanas de la mano de esa mujer que vivió los mejores años de su vida. Con una gran sensibilidad ella se empeñó en sacar adelante su gran empresa en la granja donde dejará su alma. Dinesen entendió el alma de los africanos, los kikuyus y los masai, siendo como una madre para ellos. Tuvo gran capacidad para vibrar con la naturaleza exhuberante y temible a veces de las tierras africanas y sus paisajes. La autora fue muy observadora y participa de un sentido de un sentido cristiano de fondo aunque siempre logre ser coherente. Algo que se muestra en la conocida obra suya titulada "El festín fe Babette". Al regresar a su tierra, Dinamarca, escribió esta obra magistral para entener mejor el gran continente Africano.
Memorias de África se podría subtitular como “Vida de la autora narrada como un cuento”. Karen Blixen, que utilizó el pseudónimo literario de Isak Dinesen, se trasladó a vivir a Kenia, desde Dinamarca, a principios del siglo XX; cuando el territorio era un protectorado británico. Allí plantó un cafetal al pie de las colinas de Ngong, en las proximidades de Nairobi. “Yo tenía una granja en África, al pie de las colinas de Kgong” –así comienza el relato. En el libro la autora narra los grandes rasgos y los pequeños detalles de su estadía en África. Los nórdicos son amantes de los cuentos y en las manos de Dinesen el más pequeño suceso se convierte en un relato pleno de belleza y de humanidad. Alguien dijo que “con buenos sentimientos no se hace buena literatura”; desde luego no pensó en Isak Dinesen. En un cuento el sentimiento es tan importante como la imaginación. Hay cuentos tristes, cuentos alegres, cuentos de animales y de personas. Todo ello lo encontramos en esta obra; en Kenia hay hermosos paisajes y fenómenos misteriosos; animales feroces y otros sumisos, como los bueyes que arrastran los carros cargados de café hasta el ferrocarril. Hay distintas razas, todas las cuales se benefician del afecto de la autora: criados somalíes, trabajadores indios, comerciantes árabes también llamados swahelis, cuya lengua se ha extendido por toda el África oriental; simpáticos kikuyus y orgullosos masai de las paraderas; caballeros ingleses, vagabundos y aventureros atrapados por África. Hasta el dolor es digno en esta obra, por ejemplo, cuando la autora narra la muerte del jefe kikuyo Kinanjui o el entierro de Denys Finch-Hatton. Memorias de África es una suma de cuadros, en ocasiones sin hilar, de pequeños detalles admirables que hacen deliciosa su lectura.