Se celebran mensualmente.
La señora Harris, una viuda de cierta edad que se dedica a limpiar casas de la clase alta londinense, descubre un buen día, en el armario de una de sus más ricas clientes, un par de vestidos de Dior que la dejan cautivada. Contra todo pronóstico, decide que ella quiere −necesita− uno de esos vestidos, aunque nunca vaya a tener ocasión de llevarlo. Cuando se entera del precio, en lugar de desistir, empieza a ahorrar para alcanzar su sueño e inicia así un largo proyecto que, al cabo de más de dos años, acabará llevándola a París.
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La señora Harris limpia casas
La señora Harris limpia casas. Como todo el mundo, en su trabajo se relaciona con personas con las que simpatiza o, todo lo contrario. Cuando una persona, un propietario de las casas que limpia, no se comporta como ella considera que sería deseable, la señora Harris deja la llave en el buzón del interesado y le avisa por teléfono de que ya no podrá contar con sus servicios en adelante.
La señora Harris es exigente consigo misma en su trabajo. Prefiere dejar de trabajar para una determinada persona, que realizar un trabajo mal hecho, como venganza ante el comportamiento inadecuado de quien la ha contratado.
La señora Harris es amiga de su amiga la señora Violet Butterfield, quien también era viuda y limpiaba casas. Parece una perogrullada, pero con la anterior frase quiero decir, que su relación de amistad se basaba en la mutua ayuda y en la sinceridad. Antes de tomar una decisión pensaba en cómo afectaría a su amiga y, si a pesar de todo consideraba oportuno seguir adelante, se lo hacía saber explicando hasta dónde podía contar con ella en lo sucesivo.
Por eso cuando se decidió a ahorrar para comprarse un vestido de la casa parisina Dior, se lo comentó a su amiga y también le explicó que desde aquel momento en adelante, no podría acompañarla a la sesión semanal de cine.
Ambas se sustituían en las ausencias al trabajo sabiendo que limpiarían las casas que atendía la amiga como si se tratase de las propias y que no se inmiscuirían en la relación laboral de la amiga con cada uno de los patronos de las mencionadas casas.
Las relaciones con los propietarios de las casas complementan el análisis del personaje creado por que Paul Gallico: absoluto respeto y ganas de ayudar, de servir de verdad.
Esa generosidad hacia el otro, sin importar si es quien te paga o no, es el origen de una de las mayores frustraciones que el autor nos pinta en esta obra. La señorita Penrose, una de las mujeres para quienes trabaja la señora Harris, llora amargamente. Es la persona con menos medios económicos para quienes la señora Harris trabaja. No le importa el hecho de que sea una actriz de segunda o tercera fila. Lo único que le molesta a veces, a la señora Harris, es que parece no darse cuenta de las faltas de consideración hacia la señora de limpieza pero, la señora Harris atribuye esas faltas de delicadeza a la situación difícil por la que atraviesa la joven y por eso continúa trabajando para ella.
Cuando la señora Harris regresa de París con su vestido Dior, encuentra a la señorita Penrose en una crisis de llanto y amargura. La señora Harris decide ayudarla y lo hace. Pero la frustración que la conducta de la señorita Penrose genera en ella es muy grande.
La parte central de este relato de 165 páginas, la constituye el viaje a París y la visita a la casa Dior, donde la señorita Harry encontrará personas que saben ver la categoría humana de la persona más allá del tópico de la elegancia que da el dinero.
Un acopio de virtudes en una
Un acopio de virtudes en una novela sencilla en su escritura, con personajes sencillos en su forma de ser y cuya protagonista es una sencilla trabajadora con sus ilusiones y desilusiones.
Muy fácil y agradable de leer. Recomendable.
Encantadora novela que
Encantadora novela que refleja los valores de la amistad y la tenacidad. Una señora de la limpieza inglesa, viuda, a la que le gusta la belleza, queda arrebatada por dos trajes de Dior que ve en una de las casas que atiende y emprende una campaña de ahorro para conseguir uno para ella.
Relato cargado de humanidad.
Relato cargado de humanidad. Con una prosa desenfadada, el autor, plasma la huella profunda que marca la vida íntegra y sencilla de una mujer humilde que con su sinceridad de vida -con claros y sombras-, incide poderosamente en cuantos se relacionan con ella.
Tomando pié de un capricho descabellado para una persona de la condición social de la Señora Harris, se urde una trama, una vida llena de ilusión y sacrificio que desemboca en un viaje a París; y allí, en París, la sencillez y personalidad de la Señora Harris vive una experiencia humana cargada de valor, entrega y espíritu de servicio; en definitiva, de sentido positivo de la vida, que concluye con la realización del capricho, en un final en el que la Señora Harris muestra una categoría humana llena de señorío..., y como colofón: flores para la Señora Harris.
Lo que podría acabar como la
Lo que podría acabar como la fábula del avaro y del oro, acaba de modo muy distinto. La pretensión de la señora Harris de tener un maravilloso vestido de Dior era desproporcionada, absurda para cualquiera a quien se lo hubiera contado, menos a su comprensiva y amable amiga y vecina. Sabía bien que el vestido solo la iba a servir para verlo colgado en el armario, porque ¡a donde iba a ir con el puesto! Esta breve historia de la asistenta de Londres y su aventura en París, es amena, divertida y bien escrita. Disparatada como una fábula, pero con el aire más cercano de la sociedad de consumo. Al final la salvación está en las flores. Leer artículo...
Excelente novela, original,
Excelente novela, original, entretenida, con unos personajes que llegan al lector por su humanidad y porque son capaces de superar prejuicios sociales para descubrir lo que hay detrás de las apariencias y cambiar de actitud, porque lo que nos enriquece no es la posición social, sino las virtudes, la bondad. Fábula sobre la ilusión, los sueños, los fracasos, con un inteligente análisis social.