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Enero, 2019

Dulce hogar

Canfield Fisher, Dorothy

Dulce hogar nos plantea los problemas de una familia en la que ambos cónyuges están frustrados por las funciones que les ha tocado desarrollar. Evangeline es una obsesiva ama de casa cuyo perfeccionismo hace infelices a sus hijos.

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Imagen de JOL

Novela escrita con gran sensibilidad que llega a la intimidad de Evangeline, Lester, su marido, y tres hijos pequeños. Muy observadora y desbordada por estar pendiente de todo sin medida. Y resulta agobiante para ella y para el resto de la familiia. Pasarán por crisis, en parte por el accidente de Lester, aunque como hay corazón y amor genuino, saldrán adelante. Son muchas las enseñanzas que el lector puede sacar de la novela, o más cuando algunos quieren borrar la familia del ámbito civil.

Imagen de Pipa

Novela costumbrista, de plena actualidad, a pesar de su antigüedad.

De una manera progresiva, aborda cuestiones como la conciliación laboral y familiar, los roles femeninos y masculinos, la educación de los hijos, el peso de la tradición y de lo que opinen los de alrededor.

Dividida en cuatro partes, va narrando la situación de cada uno, de una forma fluida, con sentimientos bien descritos.

En la primera describe la situación del pueblo en el que se desarrolla la historia y de la familia Knapp: padre y madre con tres hijos pequeños, Hellen, Henry y Stephen, al que todos temían por su carácter osco, a pesar de su corta edad.

Ella, Evangeline, se afana en casa para tener todo perfecto, limpio y ordenado. Así, consideraba ella que “cumpliría su deber hasta el final”. Aún cansada, ella actuaba con celo, un celo amargo (40), que le llevaba a no disfrutar con los suyos, a no fijarse, a no tener tiempo para mirarles a la cara y adivinar qué necesitaba cada uno. No comprende a sus hijos, que a veces le sacan de quicio. Pero es responsable y también participa en las reuniones de Damas, en la que es muy bien considerada.

Bien descrito el ambiente de chisme de los pueblos pequeños, agobiante. En contexto protestante, se matiza si es presbiteriano o episcopaliano,… Se juzga a las personas.

Lester trabaja como contable en los grandes almacenes del pueblo. Él tiene alma de poeta. Y acude a su puesto con agobio, sobre todo desde que hay un nuevo dueño, con pesar por no tener tiempo de convivir más en casa. Le frustra su tarea. Estaba atado de pies y manos. Piensa que no sabe ganar más dinero para llevar a su casa. Que “solo los hombres capaces de hacer dinero tenían derecho a decir cómo se debían hacer las cosas en su casa” (67). Andaba muy bajo en su autoestima. Odiaba su tarea.

El sr. Willing,  nuevo dueño de la empresa era un avaricioso mercantilista, comerciante capitalista, obsesionado por renovar y ganar –a cualquier precio- más clientes. Explotaba sin escrúpulos la necesidad de crear un ambiente de hogar como si ello dependiera de los muebles, manteles, cortinas, alfombras. Creaba una esclavitud consumista. Por desgracia Lester no servía para su objetivo. Y Lester perdió su empleo.

En la segunda, Lester, antes de comunicar en casa su despido, sufre un accidente grave que le deja paralítico. Y la sra. Knapp se ve obligada a buscar un trabajo que le permita traer el sustento a casa. El empresario la acoge en los grandes almacenes. Y ella, agradecida, acepta, aunque tenga que empezar desde abajo. Pero muy pronto progresa.

La tercera describe la evolución de Lester, desde su sufrimiento y dolor, a su sentido práctico, y cuando ya se puede desenvolver en su silla de ruedas, se ocupa de algunas tareas en casa. Se ve cómo se apañan para salir adelante.

El tema de la compasión por el desvalido, el escándalo que produce que él haga cosas en la casa. La tía Mattie.

Lester, por primera vez, está feliz de poder observar a sus hijos, a los que apenas conocía, poder comprenderlos y actuar con ellos de una forma sutil y delicada, oportuna. Esto no lo comprenden los de alrededor. ¿Cómo va a ser feliz por esto? ¿Cómo se va a ocupar un hombre de tareas de la casa y de los hijos? ¿Hasta dónde hemos llegado?... Sólo los niños lo captan ejemplarmente. Y siempre “¡la pobre Eva!” tan admirada por todos… Asombra la divina Providencia que se sirve del accidente para resurgir un hogar.

La cuarta describe el éxito laboral de Evangeline que tiene sus encargos en su mano, y del que cree saberlo todo a la perfección. El empresario está encantado con ella, porque secunda sus logros y objetivos. Ve en ella un resorte para lograr lo que se propone. Nada importa que la justicia social brille por su ausencia. No subirá el sueldo. Pero sí las comisiones.

Y de repente, por distintas circunstancias, aparece, en ambos progenitores, por separado, el “temor” a una posible curación, lo que haría temblar los cimientos de todos ellos. ¿Cómo es posible?

La novela está magníficamente escrita, aunque quizá logre su más alta cota de interés a partir de la tercera parte. El peso de la tradición, los criterios, ya establecidos, la angustia en los corazones de los que claramente quieren hacerlo de otra manera.  El peso del qué dirán… Es fascinante que esta obra se haya escrito en 1924, adelantándose a los tiempos, pues hoy día, esos son temas de total actualidad.

Se lee fácilmente. Y es muy interesante para tratar en libroforum.

 

 

Imagen de pepo

"Novela deliciosa y muy recomendable", así termina su comentario el traductor de la obra Gabriel Rodriguez Pazos. Me proponía hacer mi propio comentario pero leyendo los anteriores no puedo hacer otra cosa que subscribir lo anteriormente expuesto. 
Mi condición de "amo de casa"  o "mis labores" hace que me haya interesado especialmente el tema. 

Imagen de polvorista

He leído esta novela por la avalancha de recomendaciones que he recibido. Ahora lo entiendo. Narrativa de peso, llena de sencillez y profundidad. Que un padre haga las tareas del hogar y de padre porque es su lugar y la madre trabaje fuera porque es su lugar, fruto de un bucle del destino lleva a la creación de un clima familiar referencial. Hay momentos de ternura magníficos, el padre descubriendo la interioridad de sus hijos, la tarea única e insustituible de los padres. Entiendo que se la califique tan bien.

Imagen de José Ignacio Peláez Albendea

Magnífica novela de una escritora norteamericana que vivió en la primera mitad del siglo XX, amiga de Wila Cather y de otros escritores relevantes de su época, poco conocida en nuestro país, que merece ser rescatada y editada de nuevo. Hasta ahora, no había sido traducida al español y lo ha hecho el profesor Gabriel Rodríguez Pazos, con un excelente lenguaje que incorpora giros coloquiales y expresiones que dan viveza y frescura al relato; un acierto de traducción y de la elección de este libro para ser editado en castellano por primera vez.

La novela plantea problemas muy actuales hace... un siglo, y los resuelve de un modo muy actual: el trabajo de la mujer en el hogar, un verdadero e intenso trabajo que exige la puesta en acción de muchas competencias y virtudes; y el desempeño por ella de un empleo fuera del hogar, para el que está plenamente capacitada.

Pero plantea también -y lo resuelve con acierto- el papel del padre de familia en el hogar y en la educación de los hijos. Afronta con sutileza y vigor narrativo y con un conocimiento profundo varias cuestiones importantes en la educación de los hijos: la sicología de los niños, el camino hacia la vida adulta de los adolescentes, las diferencias de modos de sentir y crecer entre los chicos y las chicas, el papel insustituible del padre en el acompañamiento hacia un maduro ejercicio de la libertad por parte de los hijos...

La autora se interesó por los movimientos pedagógicos de principios de siglo, particularmente por el método Montessori, y la novela, que atrapa desde el principio porque es ante todo una narración, no un ensayo, ayudará a las personas que tienen tareas educativas, profesores y padres de familia, a conocer mejor el mundo interior de la infancia y de la adolescencia, y cómo ayudar a crecer a los niños y jóvenes, respetando su modo de ser y su libertad.

Imagen de cattus

Excelente novela, bien traducida por José Gabriel Rodríguez Pazos, sorprendente si se tiene en cuenta que se escribió en los años veinte del siglo pasado. Tiene, además de lo que se dice en los comentarios anteriores a este, interesantes enseñanzas pedagógicas sobre la educación de los hijos, así como reflexiones sobre el sentido del trabajo.

Imagen de acabrero

Brillante. Sorprendente. Me ha recordado a las castas de los hindúes. Al hombre le toca trabajar fuera y a la mujer en casa. Hace un siglo, cuando se escribió esta novela, eso era inamovible, como las castas en la India. Esto ya ha cambiado casi totalmente en Occidente, pero lo que llama la atención es cuándo se escribió este libro. Era impensable que el hombre fuera el amo de su casa y el educador de sus hijos. Era muy poco normal que las mujeres fueran directivos en una empresa. Todo eso ha cambiado en gran parte. Ahora lo más llamativo es que los dos deben trabajar, con lo que se manifiesta el otro problema que está presente en esta novela. Los padres no están en casa para cuidar de los niños. El hijo pequeño de una compañera de trabajo en la universidad le dijo en una ocasión: mamá, ¿por qué en lugar de pagar con tu trabajo a una mujer que esté con nosotros, no dejas de trabajar y te quedas tú? Me parece que este es el tema más al rojo vivo. Los niños de la familia Knaap dejaron de ser débiles y enfermizos cuando tuvieron alguien cerca que les entendía. Y eso no se consigue con un paseíto los domingos. Me parece que este libro levanta una liebre importante, aun cuando pueda parecer que el tema fundamental se ha pasado ya de moda. Leer artículo...

Imagen de grpazos

Como bien se dice en la sinopsis, se trata de una novela sorprendente por lo actual de los temas que plantea, después de casi un siglo de su publicación. La escritora demuestra un gran dominio de la técnica narrativa y consigue un texto muy sólido en que la trama cautiva al lector desde el primer capítulo hasta el final. Dulce hogar interpela al lector y consigue que se cuestione muchos planteamientos que quizá había dado por hechos. Magistrales algunas de las escenas en las que se retrata la relación entre el padre y sus hijos, de una ternura desbordante. Novela deliciosa y muy recomendable.