CampoGrande

Se celebran mensualmente. 

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Imagen de Azafrán

Traducida a 18 idiomas y éxito de ventas en algunos países de nuestro entorno, solo cabe pensar que en una sociedad global como la nuestra el deseo de ser “único” para otro ser humano sigue ocupando el primer puesto entre nuestras aspiraciones personales.

Esta es una historia fácil en la que el azar marca el ritmo incluso contra la voluntad de sus protagonistas.

En medio del caos afectivo que en el que vivimos, inmersos en un universo de parejas rotas, el amor aún es posible. El amor como ese sentimiento que se anhela y que se busca a pesar de los imponderables.

Esta historia cuenta cómo un hombre divorciado, de cuarenta años, maduro e insatisfecho con la relación afectiva que mantiene con otra mujer madura e independiente, decide buscar a la propietaria de un bolso robado que él encuentra en la calle. ¿Por qué poner en peligro su relación afectiva aparentemente estable y conveniente? ¿Insatisfacción y deseo de búsqueda de algo más?

La propietaria del bolso, una mujer adulta, joven aún y viuda de un periodista fallecido en la guerra de Kuwait, busca igualmente “algo más”. Ella, Laure, que ya ha conocido el buen amor, es más precavida y observa desde lejos al librero, Laurent, que es quien encontró su bolso y la busca para devolvérselo. Casi una hazaña heroica la de encontrar a la propietaria de un bolso robado en la ciudad de París. Una hazaña que se podría traducir por “tú eres única para mí”.

Por supuesto que existen personajes secundarios que ayudan a que la aventura llegue a buen puerto. Entre ellos un compañero de trabajo de Laure, homosexual, y la hija del protagonista, el librero Laurent. Los nombres de los protagonistas, por cierto, son variantes del propio nombre del autor, Antoine Laurain.

Otras novelas publicadas en los últimos años con el mismo tema – la búsqueda de un afecto que valga la pena- serían El lector de las 6h27, de Jean-Paul Didierlaurent, y La sonrisa de las mujeres, de Nicolas Barreau.

Parece que un nuevo subgénero, en el que París, la literatura y la búsqueda son los ingredientes del éxito.

La literatura como marco de referencia cultural en el que Antoine Laurain cita autores clásicos pero que se vuelven a editar -Stendhal, Maquiavelo, Breton, Apollinaire-, junto a otros más cercanos en el tiempo -Toussaint, Le Clézio, Stefan Zweig-, sin olvidar a los autores contemporáneos como Amélie Nothomb, Houellebecq, etc.

Imagen de Pipa

Novela corta de rasgos más bien intimista. Laure fue asaltada una noche antes de entrar en su casa. Le quitaron el bolso, y en el forcejeo fue empujada y se golpeó la cabeza. Sin dinero, sin llaves, sin tarjetas, se le ocurre pasar la noche en un hotel que hay frente a su edificio, cosa que consigue gracias al buen ojo y a la bondad de los empleados. Laurent, librero en París encuentra un bolso en la basura al dirigirse a su trabajo. Por todos los medios intentará saber quién es la dueña para devolvérselo. Entre los objetos del bolso no hay identificación alguna. Y lo que podía haber sido fácil, se convierte en toda una aventura.

Laurent va deduciendo cómo puede ser la dueña a partir de los apuntes y notas que contiene una pequeña libreta de tapas rojas que había entre los enseres del bolso. Su joven hija, Chloé, tiene una visión más intuitiva, conjeturando su posible edad y características, por el resto de cosas que hay en el bolso, y por el estilo de éste. Intuición frente al racionalismo del padre.

Todo ello se desarrolla en París. La historia trata de enmarcarse en el mundo de hoy, y con el ambiente laicista de este país. Es una novela de amor, muy “francesa”. Nada trascendente.

Con un lenguaje directo vamos conociendo a los diversos personajes, desde mi punto de vista, algo “esterotipados”: Laure, viuda joven aparece algo sobrada de sí mismo (p. 30: “De hecho, necesitaría una amiga como yo, estoy segura de que yo sería mi mejor amiga”); Laurent, divorciado y con novia, Dominique,  quiere y se ocupa de su hija, Chloé,  a la que ve cada semana. La hija es una joven inteligente y “moderna” que teme a sus compañeros y compañeras del Instituto por el ambiente sexista que hay en él, y trata a su padre con cariño en el fondo y descaro en las formas. Hay momentos en que el padre le sigue el juego, creándose entre ambos una complicidad positiva, que ella agradece; William, compañero de trabajo de Laure, es gay, lo cual es presentado con normalidad y dignidad, una buena persona. El amigo de Laurent, Pascal, es un erótico que juega y se obsesiona con probar muchas mujeres (p. 44-45). No hay escenas explícitas, pero tampoco se sabe muy bien qué aporta este personaje, etc…

Desde el punto de vista literario, tiene una forma peculiar de presentar la narración: diálogos incluidos en un solo párrafo. No numera o titula los capítulos (por lo que a veces no es fácil saber de quién habla). Es un lenguaje directo, depurado, desde el autor narrador, intercalado con algún capítulo en primera persona, por parte de Laure. Cuenta sus sueños (48-51). Sus notas también están en primera persona. Conocemos a los personajes por ellos mismos.

En definitiva no creo que sea una gran novela. Hace falta un poco de formación para leerla sin caer en los tópicos que incluye. Pero sí narra con frescura una entretenida historia de personajes solitarios que tratan de relacionarse en el mundo de hoy. Quizá se peque de buenismo en el sentido peyorativo. Pero al final de su lectura, y teniendo en cuenta lo apuntado, a uno le parece que ha leído algo bello.

 

 

Imagen de polvorista

No me gustaría descalificar, de entrada, la novela que narra una historia romántica actual por el único hecho de que en ella se manifiesten, como parámetros de felicidad, las costumbres de una sociedad frívola. El hecho de ir cambiando de pareja o compartir cama –se agradece el buen gusto de no caer en la vulgaridad y bajo tono literario de las descripciones- es considerado imprescindible para la construcción de una madurez feliz. Que la hija de un matrimonio divorciado le busque pareja a su padre puede considerarse ejemplar por un sector de ciertas sociedades modernas. Ruego disculpas por este pequeño desahogo porque la “La mujer del cuaderno rojo”, si nos saltamos lo que acabo de decir es encantadora. Narrativa sencilla y elegante que cuenta una bonita historia de amor con personajes modernos bien definidos, pero, lo siento mucho, no me creo –es mi opinión subjetiva - que el amor es así. Librero divorciado encuentra bolso robado y al ver su contenido y leer un cuaderno rojo que había dentro, en el que se expone con sencillez el alma de la que lo escribe, se va enamorando y comienza la investigación de quién será. La dueña está en coma por un atraco en el que le han robado el bolso. Historia atractiva y original. Lástima de “costumbres”…