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Imagen de Azafrán

El doctor Wilson, su alter ego Rodrigo, está en la cárcel. Mejor coartada imposible. ¿Cómo es posible que pueda asesinar desde su celda?
Reyes Calderón, da otra vuelta de tuerca al protagonista de su novela anterior “El último paciente del doctor Wilson”. Se trata de describir el crimen imposible.
El paciente del doctor Wilson demostró que el ser humano era capaz de asesinar a 10 personas y mantener la cordura. Al menos de eso se trataba el experimento que llevó a la jueza McHor a investigar, descubrir y colocar a Rodrigo entre rejas.
La vida sigue para la jueza quien en esta novela alcanza el estamento judicial más alto: es nombrada miembro del Tribunal Supremo. Su vida familiar también sufre cambios. Su marido, el doctor Jaime Garache parece que huye de su lado; utiliza su posición como director del Instituto de Investigaciones Científicas para pasar una temporada en Boston, como investigador sobre las células humanas.
Y por si fuera poco, su colaborador, el inspector de la Interpol Juan Iturre, acude a la ceremonia de nombramiento de la que está ausente, por otra parte, Jaime. Viene a felicitar a su Señoría por el nombramiento y para contarle las novedades sobre el preso Wilson y su alter ego Rodrigo.
La situación de abandono afectivo a la que se ve sometida la jueza McHor y la proximidad del colaborador Juan Iturre serán la causa de algunas turbulencias interiores pasajeras.
Iturre pretende convencer a McHor sobre la conveniencia de viajar a los EEUU, y visitar allí a Wilson, o a Rodrigo. Como argumento le presenta unos e-mails remitidos por el propio Rodrigo y dirigidos a la jueza quien parece haberse convertido en su obsesión. Le pide que le visite, en la prisión. Le amenaza con seguir cometiendo asesinatos como los que ya ha llevado a efecto.
McHor, convencida de que se trata de una falacia, de un farol, se niega a viajar a EEUU. No es posible que haya cometido un asesinato estando en prisión. Sin embargo, Rodrigo puede describir perfectamente, y así lo hace un un blog, detalles de los asesinatos que sólo conoce la policía.
Ante la falta de comunicación por parte de Jaime Garache, McHor decide aprovechar la oportunidad y viaja a EEUU acompañada por Juan Iturre, quien insiste en la visita a la prisión donde permanece Rodrigo, o Wilson.
Mientras tanto, continúan los asesinatos. En esta ocasión, los elegidos parecen pertenecer a la lista de los nominados como los más ricos por la revista Forbes. Y siguen apareciendo detalles reservados por la policía en el blog de Rodrigo. Así que finalmente, su Señoría acepta visitar a Rodrigo, no sin antes aclarar su situación con Jaime Garache y recuperar su afecto y su matrimonio.
McHor, con la ayuda de Jaime Garache, de Juan Iturre y de Joe Lombardo, el inspector americano colega de Iturre, consigue demostrar que no existe un crimen perfecto y que Wilson, o Rodrigo, aunque muy astuto, no ha conseguido su objetivo. El crimen perfecto no existe. ¿O sí?
Para el lector que disfrutó con las anteriores investigaciones de la jueza McHor, esta nueva novela de la saga le hará pasar un buen rato. La curiosidad por descubrir si es posible o no la existencia del crimen perfecto mantendrá su atención hasta las páginas finales.